Saludos y bienvenida

Aquí empieza mi historia diaria como Reina Guerrera, advierto a los pusilánimes y cortos de miras, a los que sufren la dolencia del puritanismo, que leerán las palabras de una mujer completa, dura y a la vez tan dulce que pica los dientes, pero también los rompe...
Luego no vengan con quejas, si quieren quédense y disfruten conmigo, nadie les obliga a leer.
Un saludo y tened mi compañía, aunque no siempre la visita a vuestros Palacios será de cortesía.
Todo lo aquí escrito es fruto de la fantasía de la autora, cualquier relación con la vida real, es pura coincidencia (¿o no?)


sábado, 4 de abril de 2009

Siguen los cambios...

Desperté en la mañana más cansada que el día anterior, la visita de mi Señor había provocado negras nubes en mi mente y algo, muy dentro de mi se había roto para siempre...
El desánimo me cubría y ahogaba con un manto negro de desesperación.
Quería huir... Tenia que hacerlo, dejar a tras todo y no mirar atrás, comenzar de nuevo.
Necesitaba sentirme libre, los problemas burocráticos me ahogaban en un mar de diplomacia y mataba mi ser de Guerrera.
Eso no podía permitirlo...

Me vestí y aseé sin ayuda de mis doncellas y salí presurosa para el edificio de la Embajada.
Allí me encontré otro días más de misivas con consultas, peticiones de ayudas y quejas varias...
La nube se volvió mas negra y empezaba a faltarme el aire.
Quería salir a guerrear, dar batalla, oler sangre... Y solo olía papeles viejos y tinta aguada.
Al mediodía, mareada del todo, lo decido...
Tengo que hacerlo si quiero salvarme, mando venir a a mi escribiente y le redacto una carta para mi Líder...
Es el final.