Saludos y bienvenida

Aquí empieza mi historia diaria como Reina Guerrera, advierto a los pusilánimes y cortos de miras, a los que sufren la dolencia del puritanismo, que leerán las palabras de una mujer completa, dura y a la vez tan dulce que pica los dientes, pero también los rompe...
Luego no vengan con quejas, si quieren quédense y disfruten conmigo, nadie les obliga a leer.
Un saludo y tened mi compañía, aunque no siempre la visita a vuestros Palacios será de cortesía.
Todo lo aquí escrito es fruto de la fantasía de la autora, cualquier relación con la vida real, es pura coincidencia (¿o no?)


viernes, 20 de marzo de 2009

De caceria

El día termina ya, ha sido lánguido y muy caluroso.
Quizás me halla recuperado antes por ver a mi Señor, solo un abrazo casi casto bajo mi esfinge, eso me vale para reanimarme y tener deseos de salir de caza... Humana.
Visto mis atuendos de muerte, limpio y mimo la espada con la que ejecuto, dentro tiene mi alma y da sentido a mi vida.
Salgo de palacio, esta vez la escolta personal la forman
doncellas escudadas Skjaldmö, con ellas mi seguridad está garantizada.


Nos dirigimos a los cuarteles con paso firme, deliberadamente excluyo los destinados a los Hoplitas, hoy descansarán del combate, andan algo alborotadillos por la desaparición de su cabra, pero dentro de poco me lo agradecerán, parecían un tropa venida a menos de Leginariux.
Decido no ir muy lejos, era ya tarde y partiríamos de noche cerrada, costó decidirse, el 1º elegido más de 500.000 pts, demasiado poder para estar alerta del trascurso de la batalla, lo dejamos marcado para otro día más propicio , el 2º demasiado pequeño, lo indultamos, por esta vez, que crezca y de más beneficios, por fin encuentro una presa ajustada, casi como yo de totales, vamos allá....
Cincuenta y cuatro minutos tardan en llegar mis tropas, entro con la violencia que me caracteriza, arde toda la ciudadela, se oyen gritos de terror, mis hembras asesinas pasan a cuchillo a cualquiera con más de ocho años que pueda recordar nuestra letal llegada, seleccionan algunos varones singularmente dotados para su disfrute privado en los lupanares adyacentes a los cuarteles, alguna mujer que otra suman también al botín, gustan usar su lado de la Isla de Lesbos, saquean, roban, matan...
Destrucción total.
Volvemos más tarde de lo que pensaba, el puerto comercial a una ínfima construcción hace tediosa la carga del saqueo.


Cuando llego a Palacio apenas me tengo en pié y me duermo mientras como algo, sobre la mesa...
No estoy tan fuerte como pensaba...

Guerras y Venganzas

Al atardecer me han despertado los criados:
-Tenéis visita mi Señora-
-Decid a quien sea que hoy no recibo a nadie.-
-Nos dió esta carta para vos-
Me incorporé en lecho algo molesta, no tenia el cuerpo para muchas fiestas, me dolía hasta el nombre de mi nacimiento.
-Traed-
Según vi el sello que la cerraba, supe quien era, debía recibirle.
-Decid a las esclavas que entren y vosotros bajar y tratar a este caballero con honores de Rey, en ello os va la vida.-
Marcharon presurosos a cumplir las ordenes, saben que no bromeo con los castigos. Las eficaces esclavas se esmeraron en aliviar mi maltrecho cuerpo, lo lavaron con mimo y delicadeza, lamentando cada moratón y arañazo que encontraban unciéndole con refrescante bálsamo.
Poco después bajaba a unirme con mi ilustre huésped, le hallé sentado delante de un buen fuego y saboreando mi mejor vino, de noche refrescaba aun lo bastante para desear el calor de una buena lumbre, mandé a todos irse y dejarnos solos.
Me volví hacia el hombre saludándole con una ligera reverencia.
-Podéis quitaros la capa, ya se fueron todos.
El se descubrió el rostro, hasta ahora oculto y me sonrió, se levanto en señal de respeto y me invitó a acompañarle en el ancho sillón donde me aguardaba.
-Sentaros Señora. Debemos hablar.-
Así lo hice y el mismo sirvió otra copa para mí.
-Os encuentro mal semblante, ¿os preocupa algo?-
-No Señor, pasé mala noche, cosas de mujeres... Pero decidme ¿a que se debe tan grata y sorpresiva visita?-
- No tan grata opinareis cuando halla terminado. Vengo a comunicaros que mi Alianza está en Guerra.-
Levante una ceja y le observe fijamente, era un Líder de los más venerados y duros del Server, con la mejor reserva de Generales.
-¿Y? Ambos sabemos que vos tenéis la supremacía militar allende de estos mares y es pan de cada día vuestras continuas guerras.-
-Por eso quería advertiros en persona esta vez, os toca de cerca, tenéis muchos vecinos de la Alianza contra la que lucho-
Medité unos minutos concentrada en el rojo sangre de mi bebida.
- Todos saben que contáis con mi favor- Le dije- Pero son honorables guerreros y no creo que me salpiquen vuestras escaramuzas.-
- Yo no estaría seguro, deberíais estar alerta.-
-Por eso no temaís, siempre lo estoy.-
-Soís una buena Guerrera.-
-Y vos un excelente Líder. Por eso me voy a permitir yo, esta vez, de ser quien os ponga en aviso, así no marchareis con las manos vacías de este encuentro.
Sabed que la Reina de la Tierra Lejana de Helenes a vuelto del exilio a su Reino (lo he oido decir en los comadreos donde llegamos las mujeres y los hombres teneís vetada la entrada), está vez viene directamente a por vos, clama venganza y jura que acabará con vuestra estirpe sobre la tierra. Esa Reina Negra poseé viejos y oscuros maleficios, andad con cuidado, mirad siempre detrás vuestro, es arpia y cicatera, no dudará en mover oscuros hilos para ver sus fines conseguidos.-
-Gracias, esa información es valiosa, algo habia oido, pero vos me lo habeís confirmado. No hay nada como una mujer para enterarse lo que pasa en el mundo, pero no temaís no hay espada que no pueda con bruja alguna ni maleficio.
-De todas formas andad con cuidado, se dice que a tal extremo a llegado su locura, que ve bichos a su alrededor y jura que se los mandais vos.-
- ¿Bichos? Desde luego es una hembra despechada., ¡¡yo la mandaría 100 esclavos turcos para que la azotarán...!! Debo marchar, me reclama una guerra mi Señora-
-Marchar tranquilo y gracias por acordaros de esta vieja amiga.-
Besó mi mano y colocándose la capa nuevamente para que le tapara el rostro, salió con el aire marcial que le caracterizaba.
Yo me dejé caer nuevamente en el sillón, necesitaba reposo y pensar.