Saludos y bienvenida

Aquí empieza mi historia diaria como Reina Guerrera, advierto a los pusilánimes y cortos de miras, a los que sufren la dolencia del puritanismo, que leerán las palabras de una mujer completa, dura y a la vez tan dulce que pica los dientes, pero también los rompe...
Luego no vengan con quejas, si quieren quédense y disfruten conmigo, nadie les obliga a leer.
Un saludo y tened mi compañía, aunque no siempre la visita a vuestros Palacios será de cortesía.
Todo lo aquí escrito es fruto de la fantasía de la autora, cualquier relación con la vida real, es pura coincidencia (¿o no?)


lunes, 27 de abril de 2009

Bienvenida a I-H

Hoy vuelven abrirse las puertas de Palacio bajo aires alegres de fiesta, hay que celebrar que mi amado a vuelto a la vida y la llegada de nuevos miembros a la Alianza, la hermosa Suma Sacerdotisa de Hécate Vesta, procedente de las lejanas tierras de Kappa y a al Gran Guerrero Joe, destinado a la Alianza, tras servir en las legiones de otra Honorable Reina Epsiliana.
Destilo energía y vitalidad, la vida vuelve a sonreírme y necesito desahogar esos malos momentos de incertidumbre.
La preparación del Evento ocupa mi tiempo y me llena de buen humor, compruebo la limpieza y decoración de la Sala Hécate, cada detalle importa, al menos para mi, reviso el menú en las cocinas, como siempre es excepcional y los aromas que salen de las ollas cociendo en los fogones, embriaga y abre los sentidos.
Ordené el desayuno del General y yo misma acudí a llevárselo.
Aun se le ve algo pálido, pero empieza a parecer el que era.
Intenta agarrarme, pero le evito con una gentil figura.
-Guardaros para la noche mi General.-
Y llega el momento esperado.
SamSara, XT_Latino y Odiseo Laertiada nos esperan en el Gran Salón de Hécate, me agrada verlos y compartir juntos buenos momentos, excelentes Guerreros y mejores amigos.
Recibimos a los nuevos miembros, Vesta posee la belleza de una Diosa Griega, hetaira perfecta de los sueños de cualquier mortal, Joe tiene la figura de una escultura, rostro esculpido en piedra, frío y mortal, extremadamente masculino, seguro que es un gran amante.
La cena trascurre con cordialidad, casi todos nos conocemos en la intimidad y los neófitos se distienden al calor de la bebidas espirituales.
El crepúsculo inunda la sombras, es el momento de iniciar en los ritos a los nuevos miembros.
Me levanté y alcé la voz.
-
Es la hora de Hécate-
La luna dejaba entrar rayos de plata que creaban una atmósfera extrañamente atrayente, me dirijo a mi nuevo Guerrero, me arrodillo a su lado y nuestras caras quedan separadas por poco centímetros.
-
Joe, ¿estáis preparado para recibir a Hécate?-
-
Si para algo nací, mi Reina, es para este momento.-
-
Venid, pues...-
Le cogí de la mano y llevándolo a uno de los rincones más a apartados del Salón, necesitaba intimidad, me molestaba ser observada por mi marido.
Nos reclinamos cómodamente en las alfombras, le observé detenidamente, era un hombre muy atractivo, casi podría decir que guapo, noté su respiración entrecortada y eso me agradó, estaba excitado.
Lentamente me fui despojando de mis vestiduras bajo la llama de sus ojos, cuando emergí como Venus el día de su nacimiento, el aliento casi le faltaba, con un susurro apenas perceptible, pregunté:
-
¿Estáis seguro Joe del paso que vais a dar?-
Más sus labios no se abrieron para contestar, si no para apoderarse de los míos, buscando mis sabores con ansia, me imaginé que era un sí y me entregué con pasión a los juegos que me pedía mi Diosa...
No me había equivocado, Joe era un amante experto, criado en las escuelas más exclusivas de Epsilon, su saber era digno del mismísimo Zeus, gentil, generoso y atento, conocedor de la anatomía femenina, consiguió de mí metas increíbles y el placer fue mutuo, tanto recibí, como dí y Hécate tubo a bien deleitarnos con sus Misterios varias veces durante el trascurso de la noche.
Al amanecer, hermosa como solo puede ser una mujer recién amada, abandoné los brazos del amante y busqué los de mi marido.
Se hallaba solo bebiendo vino, el rostro mostraba un cierto rictus serio, me acomodé en su regazo y besó mi pelo.
-
Hueles a él.-
-
Shhhhh, no digas nada, durmamos, amanece ya y esta Reina necesita unas horas de sueño.-
Pero no dormimos, hicimos el amor hasta que el sol estaba tan alto, que su luz hería nuestro ojos fatigados.
Iriae Hécate ha crecido.
Bienvenidos a su Templo.