Saludos y bienvenida

Aquí empieza mi historia diaria como Reina Guerrera, advierto a los pusilánimes y cortos de miras, a los que sufren la dolencia del puritanismo, que leerán las palabras de una mujer completa, dura y a la vez tan dulce que pica los dientes, pero también los rompe...
Luego no vengan con quejas, si quieren quédense y disfruten conmigo, nadie les obliga a leer.
Un saludo y tened mi compañía, aunque no siempre la visita a vuestros Palacios será de cortesía.
Todo lo aquí escrito es fruto de la fantasía de la autora, cualquier relación con la vida real, es pura coincidencia (¿o no?)


miércoles, 22 de abril de 2009

La Peste...

No puedo borrar de mi mente la mirada de mi Reina ... sus ojos dejaron marca en mi ser y en mi alma, cada parpadeo azotaba mis más humildes pensamientos tornándolos pobres e insuficientes. Aún así tomé valor y la seguí a nuestra habitación, nuestro paso era felino y pausado, aún quedaba energía para descargar, las ultimas fuerzas...
Llegamos al lecho y el tiempo se detuvo, los movimientos eran muy lentos pero decididos, cada caricia era una pincelada en el cuadro del destino, cada suspiro eran brisas de primavera despertando las flores de espinas más afiladas, continuamos hasta ya avanzada la mañana y, por mi parte, agoté mis energías mortales, permanecí postrado casi inconsciente, había llegado al extremo ...
Previsiblemente mi reina, de un poderío casi divino, ya no se encontraba en palacio, había partido en busca de emociones bélicas..., envidiaba y admiraba tanta fuerza era un ángel astuto y desobediente, cuasi divino...
A duras penas me puse de pie, el sol se encontraba en lo mas alto y no había sombras en la tierra que pisaba ... mis pies estaban descalzo y fríos, mi cuerpo vibraba a un ritmo frenético e imperceptible, mis ojos casi estaban nublados, llegué al cuartel y comenzaron las palabras, sentía como miles de lenguas trataban de llamar mi atención, mi cabeza se resistía extrañamente a escuchar, el calor del sol calentaba mi capa las moscas agregaban un ingrediente desagradable que causaba dolores horribles en mi sien, cuando estaba a punto de sumergirme en mis piscinas, siento un fuerte dolor en la planta de mi pie derecho, era un trozo de escudo empapado en sangre fresca, traido accidentalmente anclado en un carruaje, luego de las visitas matutinas a los pobres pueblos vecinos ... logré caminar nueve pasos hasta alcanzar mi sillon de descanso y allí me desvanecí...
Sorpresivamente no pude volver a incorporarme, rápidamente me trasladaron a las cavernas de mis fieles monjes druidas subterráneos, una extraña orden desconocida de la que ya hbrá oportunidad de hablar.
Una vez allí escuché la sentencia definitiva que explicaba mi estado "...La Peste"
Era laprimera vez desde mi llegada a este mundo que sufría alguna enfermedad ... logré escribir a mi reina una epistola comentándole mi estado, mi cuerpo ardía como la lava y mi aliento pestilente revelaba que el pequeño enemigo merecía mis respetos...
Luego de varios conjuros y la ingesta de preparados extraños de sabores hediondos, se sentó a mi lado el sacerdote supremo de la orden quien me invitó a madurar mi espíritu, debería permnecer postrado durante un ciclo lunar completo ... si logro sobrevivir mi cuerpo se habrá vuelto casi indestructible, lo que significaba un valioso premio a mi agonía ... si no sobrevivía ... que los dioses se apiaden de mi alma si eso sucede...