Saludos y bienvenida

Aquí empieza mi historia diaria como Reina Guerrera, advierto a los pusilánimes y cortos de miras, a los que sufren la dolencia del puritanismo, que leerán las palabras de una mujer completa, dura y a la vez tan dulce que pica los dientes, pero también los rompe...
Luego no vengan con quejas, si quieren quédense y disfruten conmigo, nadie les obliga a leer.
Un saludo y tened mi compañía, aunque no siempre la visita a vuestros Palacios será de cortesía.
Todo lo aquí escrito es fruto de la fantasía de la autora, cualquier relación con la vida real, es pura coincidencia (¿o no?)


sábado, 2 de mayo de 2009

Renacer...

Hace meses que no concilio el sueño, mis fuerzas no son las mismas, trato de observarme en el reflejo del lago maldito que rodea la caverna del destino … pero no logro verme, por más estática que esté el agua mi reflejo siempre se ve perturbado por algo … quien soy, que me sucede…
Deambulo por los pasillos, por los caminos, no soporto la compañía, no tengo deseos, me he transformado en un ente … perdiendo mi identidad, mis sueños …
Pude darme cuenta de que nuestra diosa Hécate tiene dos nuevos seguidores, sin embargo endemoniadamente no he logrado comunicarme con ellos, ni darles la bienvenida como es mi costumbre, que me sucede grandísima Hécate, caigo de rodillas frente a su imagen y presiono mi cabeza con ambas manos, lloro de desesperación y furia, grito sin emitir sonido, mi cuerpo comienza a temblar a transpirar, siento como un fuego sale de mi cuerpo, de mi boca un vaho putrefacto abandona mi cuerpo, estoy sintiendo como Hécate libera mi ser del terrible hechizo que seguramente me había sumergido en este letargo …
De pronto alzo mi vista, me encuentro nuevamente frente al lago del destino, mi cuerpo se siente liberado, mi mente pretende sentirse de la misma manera, casi todo en mi trata de volver a la normalidad, mis ojos se nublan, pero no es por ellos sino por una bruma que mágicamente cubrió la superficie del agua … quedé absorto al observar como un cuerpo perfecto, cubierto por una fina y delicada gasa translúcida se acercaba hacia mi flotando sobre el vapor logré distinguir los rasgos de nuestra suma sacerdotisa Samsara, se acercó hasta quedar a una nariz de distancia de mi cuerpo … posó sus manos sobre mi cabeza y tomándola con firmeza la acercó a sus pechos, me dio de beber unas gotas de su ser y luego me separó de si arrojándome a la hierba húmeda, cundo me incorporé nuevamente ya todo había pasado, fue como despertar de un largo y horrible sueño, Zarathustra había regresado…
Pude darme cuenta de muchas cosas, luego del incidente trágico del que no quiero hablar, fui objeto de un trabajo maléfico que me anuló de tal manera que puso en peligro hasta la relación con mi amada … pero ahora era un hombre nuevo, sentía en mi boca el sabor del deseo, el deseo de vivir, de cumplir con mi destino … siento en mi espalda un golpe que me vuelve a la realidad … por mi nariz entraba aire fresco, me sentía vivo, giro sobre mi y veo a Zulu que esperaba ansioso que suba en su lomo, conocía mi próximo destino …
Cabalgamos sobre el viento, riéndonos sin sentido … solo una pequeña molestia sentía en mi nuca, como si un par de pequeños ojos se me clavaran, al mirar de reojo hacia atrás, logro ver en lo alto de la colina un pequeño cuerno y un par de ojos rojos … es la maldita cabra que vuelve a vigilar mis pasos…
En pocas horas nos encontramos frente al monumental palacio de mi reina, el lugar estaba cuidadosamente desierto, las puertas gigantescas del ingreso principal se encontraban abiertas, dejé a mi fiel corcel pastar en los jardines y me dirigí a paso firme a los aposentos de MadreWicca … al subir por las escalinatas dejé que mi mano recorriera la fina madera que hacía de pasamanos, fue como revivir los años pasados, nuestro primer encuentro desafiante … sus palabras y su mirada provocadora, recordé a esta mujer que conquisto mi corazón desde el primer día en que la ví…
Estaba recostada en su lecho, desnuda, tranquila … abrazaba unos cojines apoyando con gracia infantil su mejilla izquierda, haciendo que su boca simulara un beso estático y dulce … me quité mis vestiduras, el deseo que sentía era infinito, su delicado pie era el comienzo de una figura divina, sus piernas dibujaban los sinuosos caminos de la gloria, sus manos parecían siempre dirigidas a tocarme por más quietas y dormidas que se encuentran, sus brazos presionaban sus pechos firmes como rocas y dulces como fruto maduro, su cuello era el altar de la belleza y sus ojos … sus ojos … sus ojos se entreabrieron clavándose en los míos ... comenzó una especie de danza litúrgica, se puso de pie sin esfuerzo sobre su lecho, tomé su mano y ambos nos acercamos, luego sus piernas se enredaron en mi cintura y comenzó a acariciar mi cuerpo con sus manos, lentamente descendía, me encontraba de pie y como siguiendo los pasos preestablecidos de alguna especie de ritual divino…
Giró sobre mi cuerpo besando cada parte de mi cuerpo, luego de una hora exacta de caricias y besos de separó de mi y gateando como una felina se dirigió al centro de su cama, pude sentir como en mi espalda corrían unas pequeñas gotas de sangre … eso me excitó aún mas, pude ver sus uñas como dejaban huellas rojas en la seda … me lancé sobre ella y con una figura habilísima logró evitarme y cayó sobre mi, ambos nos reíamos como niños, sus dientes se clavaban en mis hombros mientras apretaba sus pechos contra el mío … mis manos apretaban sus glúteos como tenazas y girábamos en un remolino de deseo contenido …
Sus ojos brillaban como los de una niña que recién comenzaba a adentrarse en los placeres de la carne … luego de otra hora de lucha nuestras bocas se encontraron, nos paralizamos, hacía mucho tiempo que esto no ocurría nuestros ojos se fundieron en una sola mirada, los labios se rozaron y sin pensarlo se unieron en un beso infinito, ambos probábamos nuestra saliva y la bebíamos extasiados fue un beso que se extendió por horas, nuestro cuerpos siguieron la suerte de nuestros labios … sentí como el fuego invadía mi ser desde la cintura hacia el resto … nuestros brazos cual cadenas atrapaban el momento, nuestra respiración adquirió un ritmo desenfrenado, compartíamos el aire por nuestras bocas que no se separaron ni por un instante, nuestros cuerpos ardían de tal manera que pude notar como una pequeña lengua de fuego se elevó hasta desaparecer en el alto techo de la recámara …
Cinco horas ininterrumpidas llevábamos cumplidas cuando de repente ambos nos retorcimos en convulsiones de pacer nuestras uñas se clavaron en las espaldas del otro, nuestros labios se separaron para poder tomar un último respiro de aire fresco, permanecimos estáticos unos segundos y luego nos desmoronamos el uno sobre el otro absolutamente agotados, por los pasillos se escuchaba una especie de sonido … eran las campanas del templo que anunciaban la alineación de las nueve estrellas de la vida …