Saludos y bienvenida

Aquí empieza mi historia diaria como Reina Guerrera, advierto a los pusilánimes y cortos de miras, a los que sufren la dolencia del puritanismo, que leerán las palabras de una mujer completa, dura y a la vez tan dulce que pica los dientes, pero también los rompe...
Luego no vengan con quejas, si quieren quédense y disfruten conmigo, nadie les obliga a leer.
Un saludo y tened mi compañía, aunque no siempre la visita a vuestros Palacios será de cortesía.
Todo lo aquí escrito es fruto de la fantasía de la autora, cualquier relación con la vida real, es pura coincidencia (¿o no?)


lunes, 29 de marzo de 2010

El Corsario y la Reina (I Parte)

La Reina no guarda en su memoria cuando apareció el Corsario ante su vista.
Solamente entre la niebla de la memoria tiene presente la imagen de su barco de guerra "La Capitana" aparecer en el horizonte, nave temible y poderosa que empezó a sembrar el pánico frente a las costas de su Reinado y contra todos los enemigos I-H, quizás le atrajo la leyenda, la sed de batalla o el enemigo común, poco importaba ya, sus destinos se habían cruzado, forjando un nuevo mito en Epsilon mas allá de lo esperado.


Tres días duraron los combates, tres días que mermaron las fuerzas de la Soberana, tres largos amaneceres de muerte y dolor. Las aguas negras del mar invernal, se tiñeron de sangre espumosa, el olor a cadáver y fuego era irrespirable, haciendo aun más cruentas las escenas que se veían en el horizonte...
Las naves enemigas caían por doquier bajo el fuego de los ejércitos I-H, NOA, KAM y HEAVY, también sus naves sufrían grabes daños, era a muerte por ambos bandos.
___________________

Cuando baje de mi navío principal me fallaban las fuerzas, la ropa se pegaba a mi piel arañándola, su textura estaba tiesa por la sangre corrompida, la salinidad del agua y el humo, el pelo parecía un casco duro en mi cabeza debido a la suciedad del sudor, apestaba como un orco muerto y mi cuerpo solo pedía algo que beber, comida ligera y un buen lecho donde dormir durante días.
Cuando mis pies se posaron en tierra, tambalearon por mi debilidad y los días pasados lejos de tierra firme, una mano fuerte y gentil me sujeto por la cintura, impidiendo que cayera de buces sobre el ruin suelo del puerto. No había notado cerca de nadie, mis ojos se levantaron ante una figura vestida de negro completamente, su ropa, olor y aspecto era muy parecido al mío, venia de la misma batalla, mas ignoraba quien era, jamás vi a nadie parecido, mi cuerpo, sin saber porque, se estremeció.
-¿Quién sois?-
- Cranek de Epsilon, Señora.-
Solo oí eso y me desplomé inerte por agotamiento puro.
___________________

Recuperé el sentido, no se cuantas horas y días después.
El cuerpo me dolía terriblemente y un hambre voraz me acosaba. Me incorporé ligeramente sobre el lecho en que me hallaba y observé el entorno, me era extraño, en apariencia parecía ser el camarote de algún barco, seguramente del capitán, por su amplitud y detalles.


Posé mis pies desnudos en el suelo de madera pulida, el tacto era agradable e incluso sensual, su suavidad acariciaban mis plantas llenándolas de sensaciones placenteras, alguien se había tomado la molestia de bañarme y curar mis heridas, habían frotado mi piel con ungüentos calmantes y aromáticos.
Sobre una mesa maciza de madera oscura descubrí unas fuentes llenas de sabrosa fruta y jarras llenas de espirituosos vinos, cogí una uvas de aspecto dulce y las comí mientras seguía observando la curiosa estancia, el azúcar me lleno de frescor la boca y calmó en parte mi hambre lobuna, un buen trago de caldo fino de la tierra, apagó mi sed. Todo el mobiliario despedía una elegancia serena y masculina, olía a madera, tabaco y algo parecido al sándalo, mil detalles me mostraban una vida entera dedicada al mar.
Algo se movió a mis espaldas, me giré rápidamente asustada, realmente, no sabía dónde me encontraba, ni por qué…
Era el hombre que vi en el puerto, de alta y fornida figura, cubría su torso firme y de rizado bello con una ajustada camisa negra, que dibujaba sus poderosos músculos, un pantalón de piel fina dejaba adivinar unas piernas increíblemente fuertes, era terriblemente apuesto y viril, su aroma, una mezcla poderosa de mar y esencia masculina, embriagaba los sentidos, era un autentico ejemplar digno de complacer a cualquier dama.
Noté que mis pechos se excitaban y mi piel comenzaba erizarse, este sentimiento provocó, extrañamente en mi un sonrojo y pudor, poca veces conocidos, mi alma guerrera se empequeñecía ante él.
Bajé tímidamente la mirada y con apenas un susurro, le hablé:
- Vos sois Cranek, Líder del Reino de Heavy.-
- Así es mi Señora. Os traigo ropa limpia, por si queréis salir a cubierta. Es de nuestro grumete, como comprenderéis, ropa de mujer, no tenemos abordo.-
- Gracias… Mas decirme… ¿Dónde estoy y por qué?-
- Os encontráis en el buque insignia de mi flota, “”La Capitana”, vuestro Reino se vio asediado por las tropas terrestres de los espartanos, vuestra vida peligraba y vos, no estabais en condiciones de enfrentaros a tal horda de asesinos. Decidí trasladaros a mi Reino y poneros en lugar seguro…-
- ¿Y mi gente? ¿Mi pueblo? ¡Por los Dioses! Contadme lo acontecido.-
- Todo bien mi Reina, no voy a mentiros y decir que no hubo bajas, crueles muertes y saqueos, pero vencimos.-
- He de volver.-
- No.-
Su voz fue tajante y concisa, pero se suavizó:
- Señora, ahora ya no solucionaríais nada, necesitáis descansar y recuperaros, el viaje es largo y fatigoso, vuestras fuerzas están mermadas. Desde aquí podréis mandar emisarios que coordinen la recuperación de la zona, estar al tanto de todo, sin poner en peligro vuestra salud. Permitirme teneros como invitada el tiempo que necesitéis para recuperaros, entonces volveréis a vuestro Reino, con la fuerza que requiere el momento.-
Medité brevemente, realmente mis fuerzas y salud eran mínimas, necesitaba reposo y paz, paz largamente olvidada. Miré hacía el ojo de buey, el día era nebuloso y mágico, a la lontananza se adivinaba una costa rebosante de lujuriosa vegetación, entre la marisma me pareció ver el brillo de las almenas de un hermoso palacio. Algo me dijo que aquel sería el lugar ideal para renovarse, miré nuevamente largamente a mi interlocutor, no podía negar que era hermoso… Sí, me quedaría, me era grata también la compañía. Él debió adivinar mis pensamiento, irguiéndose poderoso ante mi, volvió a tenderme la ropa prestada y con una media sonrisa, apenas susurro.-
- Vestiros, yo iré a dar órdenes de que preparen mi palacio para recibir a una Reina, ¡la Reina de Epsilon!-
Dicho esto de dos zancadas, abandonó la estancia, dejándome sola con mis pensamientos y las vestiduras de un pequeño grumete.



Me enfunde la ropa apresuradamente y salí en pos de él.