Saludos y bienvenida

Aquí empieza mi historia diaria como Reina Guerrera, advierto a los pusilánimes y cortos de miras, a los que sufren la dolencia del puritanismo, que leerán las palabras de una mujer completa, dura y a la vez tan dulce que pica los dientes, pero también los rompe...
Luego no vengan con quejas, si quieren quédense y disfruten conmigo, nadie les obliga a leer.
Un saludo y tened mi compañía, aunque no siempre la visita a vuestros Palacios será de cortesía.
Todo lo aquí escrito es fruto de la fantasía de la autora, cualquier relación con la vida real, es pura coincidencia (¿o no?)


miércoles, 8 de abril de 2009

Imperdonable

...El sol cae y su ultimo rayo perfora mi frente como la flecha más afilada del ultimo enemigo en pie ... de repente mi vida pasa por mi mente como el relato más terrorífico que juglar alguno haya cantado, las ultimas imágenes destrozaron el poco corazón que me quedaba, me vi a mi mismo en mi juventud abrazado a mi mismo en mi adultez ... de repente el joven se desploma víctima de una puñalada en la espalda ... traición, muerte, desesperación son espectros que rodean mi ser ... presuroso corro a la choza de mi bruja vidente...
-Que sucede Wajira, dímelo algo terrible ha sucedido...
La anciana ya lo sabía y antes de que termine la ultima palabra me da un pedazo de lienzo con dos inscripciones...
"...Tadheo ...Zarathustra ..."
-Que significa Wajira dímelo rápido...
Es el nombre de quien te dejó sin heredero...
Rápidamente comprendo mi sueño ... mi cuerpo se tornó más pesado, mis músculos se hincharon mis puños se cerraron casi tan fuerte como mis dientes subí a Zulu y marché rumbo al palacio de mi Reina...
Llegando a las puertas de palacio noto una especie de festejo en una de las pequeñas tabernas ubicada a la derecha del ingreso principal, bajo de mi noble corcel quien hoy detentaba un color negro más oscuro que nunca, su crin increíblemente larga caía sobre sus ojos casi color púrpura ocultando la misma mirada que hoy llevaba su dueño...
Los parroquianos quedaron helados al verme llegar, uno a uno se alejaban de mi camino dejando formando un sendero de cuerpos pálidos y temblorosos que conducían hasta una persona que se encontraba sentada en la barra bebiendo un licor excesivamente costoso para su nivel ... como una sombra me ubiqué detrás de él ... era Tadheo, al notar mi presencia giró su cuerpo y saltó de su banco ... antes que sus pies tocaran el suelo mi mano tomó su vigoroso cuello manteniéndolo suspendido en el aire, intentó librarse de mi pero no tuvo suerte, lentamente mi mano se fue cerrando sintiendo como sus músculos cedían y su respiración se hacía cada vez más dificultosa, cuando sólo le quedaban fuerzas para decir una palabra, hablé:
-Quien?
Sus ojos se nublaron sabía que moriría en pocos segundos ... casi como una confesión religiosa dijo:
-...vuestra ... madre...
Continué su ejecución, mi dedo pulgar rompió la resistencia de su piel .. continué presionando mi mano mientras clavaba mi mirada en sus ojos, la multitud presenciaba la escena como una ceremonia sagrada ... perforé su tráquea y continué presionando, mi ira era tan grande que no me di cuenta que al separarse su cráneo de su columna el pobre esclavo ya había muerto ... volví sobre mis pasos y arrojé el cuerpo inerte de Tadheo fuera de la taberna,
-... arrojadlo a las hienas ... Ordené a tres trabajadores que me miraban esperando alguna instrucción.-
Continué caminando directo a las habitaciones de mi madre, cuando la vi mi alma no permitió un mínimo de piedad, solo se hizo presente ante mi la mismísima Diosa Hécate quien impidió que cometiera un acto que me condenaría para toda la eternidad ... solo dijo en su fantasmagórica aparición ... -"Haced lo que debes hacer y sigue mis pasos..."
tomé de los cabellos a mi madre y salí arrastrándola fuera del palacio, la subí a mi noble caballo que se encontraba listo y a mi espera. Mientras escuchaba sus gritos de ira y desesperación continuaba mi marcha, mis oídos se habían cerrado y mi corazón también ...
Cabalgué por tres horas a un paso imposible de seguir, llegué a las cuevas secretas de cartigo, allí me esperaban dos monjes druidas que me servían, tomaron de ambos brazos a mi madre y esperaron instrucciones...
-Que nunca vuelva a ver la luz del sol, alimentadla y dadle de beber agua fresca hasta su muerte, nunca permitan que sus palabras sean escuchadas por otro mortal... asintieron con la cabeza y se perdieron en la oscuridad de la caverna...
Regresé al galope derribando arbustos con el pecho de mi corcel quien entendía mi prisa..., ingresé cabalgando por la sala del palacio de mi reina, mi caballo subió las escaleras como volando sin dejar marcas en los bellisimos pisos de MadreWicca, con una patada de Zulo la puerta de los aposentos de mi reina se abrieron, bajé del caballo vi a mi reina con lágrimas en sus ojos, algo que no había visto en vidas, de rodillas a su lado tomé su mano, la besé tiernamente la miré a los ojos, ella esbozó una imperceptible mueca de dolor...
-...Mi vida te pertenece amada mía, ya nadie ni nada podrá impedir que cumplas tu destino de gloria...
La Ira de Hécate ha nacido y juntos la extenderemos por el mundo...

La Reina llora

Un día sola.
Paz tranquilidad, me dedico a cuidarme y darme ese reposo que mi cuerpo pide a gritos.
Entro en los baños reales y mis criadas corren atenderme, sé que tengo el rostro demacrado y perdí peso.
Hoy necesito sentirme diosa del Amor, no de la Batalla.
Me preparan el agua perfumada con jazmines y lirios, los aromas de las flores penetran en mis sentidos y me relajan en un mundo de vapor y ensueños.
Frotan mi cuerpo, me miman, salgo del agua con un resplandor nacarado en mi piel, me tumbo en la mesa de masajes y un nubio negro como la noche, relaja mis músculos con sus expertas manos, es sabio con los dedos y deshace los nudos del alma y del cuerpo.
Ungüentos sabios milenarios, con efectos erógenos que me convierten en una fruta prohibida.
Gasas semistrasparentes color blanco puro destacan mis labios y mis ojos negros como gemas ardientes, me recogen el pelo en un alto moño con una cascada de rizos indomables, perlas de adorno como diadema.
Ahora si soy una Diosa, la Diosa Venus.
Me dirijo a los aposentos de mi recién adquirido esclavo, lo encuentro charlando animado con las criadillas de Palacio, según me ven entrar huyen despavoridas, saben que es de uso exclusivo de la Reina.
Nos quedamos solos y me quito la ropa.
Emerjo en toda mi naturaleza ante sus ojos, él me coge la mano y me lleva con suavidad sobre el lecho.
-¿Como te llamas?.-
Levanta asombrado la cabeza y me mira fijamente.
-Tadheo.-
-Dadme placer Tadheo.-
-Lo que deseé mi Reina.-
Me poseyó sin miramientos, ni caricias, ni ternura..
Quiso hacerme sufrir y lo consiguió, tapó mis lamentos con su boca ahogando mis quejas, me faltaba el aire.
El dolor fue terrible, sentí como me desgarraba, su naturaleza fuerte de soldado de batalla, atenazaba mi ya debilitado cuerpo, no pude hacer nada, sentí que perdía el conocimiento, todo se volvió negro, al menos así acababa el suplicio...
Cuando recuperé el sentido, me hallaba en la cama medio arropada, el criado estaba al lado con cara de preocupación y aliviaba mi rostro con paños húmedos.
-Os herí mi Señora, merezco la muerte.-
-Que me habeís hecho Tadheo.-
-Me dejé llevar por la pasión que siento por vos... no estoy acostumbrado a las damas, fui un salvaje.-
Sentí que de mi cuerpo manaba algo húmedo y pegajoso, estaba sangrando, necesitaba un médico.
-Llamad a mi servicio, creo que yo sola no podré levantarme.-
-¿Me mandareis matar?.-
-No esclavo, no creo. Pero ahora no es el momento, id, vuestra Reina necesita ayuda.-
Entraron mis criaditas y me llevaron casi en volandas a mis aposentos.
Cuando el criado quedó solo, la madre del General Zarathustra entró presurosa.
-¿Lo habeís hecho?.-
-Como ordenasteis.-
Una sonrisa espantosa se dibujó en su gordo rostro.
-Aquí tenéis lo prometido.-
Le tendió una pesada bolsa de cuero y marchó.
Mientras yo era atendida por el Médico Real ignorante de tan maquiavélico plan.
-Señora, os han infligido grabes heridas, ¿quien os ha hecho esto?.-
-No preguntéis, ¿me recuperaré?
-Si, en unas semanas.-
-Eso es lo que importa.-
-Pero hay algo más...-
-Decidmelo.-
El galeno comenzó hablar con voz pausada y mientras lo hacia, algo se rompió dentro de mi y comencé a llorar, nunca lo había hecho, jamas esta Reina había derramado una lágrima por nada y por nadie, hoy lloraba por mi misma y por mi marido..